jueves, 11 de diciembre de 2014

Así sucumbí a mi múltiple locura.

No sé exactamente lo que tengo que hacer. Me acaba de sonar el despertador y aun estoy desorientada.Sí, será mejor que vaya a lavarme la cara, porque apenas puedo abrir los ojos.
El pasillo se me está haciendo eterno, no lo comprendo, son diez pasos hasta el servicio y ya he dado veinte. Me estoy esforzando por abrir bien los ojos para ver que es lo que sucede y ahí está, ahí empieza todo, el suelo se está tornando cada vez más oscuro, como si quisiera desaparecer y sin saber cómo explicarlo me encuentro caminando en la nada, rodeada del todo y sin comprender exactamente lo que ocurre.
Lo único que aun puedo identificar de mi casa es la puerta del baño, pero esta se mueve hacia arriba y hacia abajo, hacia los lados y se aleja de mi. Como no hay nada más, solo oscuridad, se podría decir que vuela, como suele decir la gente, como una nave extraterrestre.
De repente siento como si me quedara paralizada. No puedo seguir corriendo, me siento suspendida en el hueco en el que se había convertido aquel corto pasillo.
En ese preciso instante unas imágenes se me presentaban ante mis ojos, como cuando los cierras y te vienen recuerdos a la mente y son tan fuertes que hasta los vuelves a vivir tanto que los ves. Estas imágenes son muy distintas unas de las otras y no tienen nada en común. Es como si se me presentara un sin fin de pensamientos, personalidades, algunas más atractivas que otras, pues aquello que veo me gusta aun siendo algunas muy cruentas.
Intento agarrarlas porque no sé que hacer y por intentar moverme de nuevo. Puedo, puedo moverme, por lo menos de la cintura para arriba. Mis dedos no saben exactamente donde coger esas proyecciones, por llamarlas de alguna forma. Pero no las cojo, al parecer eso que veo está solo en mis ojos y noto que cada vez las tengo más claras. Empiezan a presentarse como pensamientos en mi cabeza.
A medida que lo voy pensando noto que me pasa algo, que ya no me decido por nada. No quiero ver a nadie, pero quiero volver a mi habitación y hablar con alguien para contarlo. Tengo miedo pero me gusta la situación. Es diferente y extraño. Quiero gritar de miedo pero sobre todo porque nadie me oye.
Sin esperar yo que cese esa sensación, todo queda oscuro y cuando empiezo a ver algo de luz me doy cuenta de que estoy de nuevo en mi cama.
Había sido un sueño, o no, no está claro. Pero no importa, lo que sí sé con certeza es que acabo de sucumbir a una múltiple locura que me envuelve y juega conmigo para que juegue con la vida.

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