jueves, 11 de febrero de 2016

Sorpresas

Pues ahí estaba yo, sentada con su família a la hora de comer. La noche anterior les había contado lo que me ha ocurrido con los estudios y la verdad es que me dieron su apoyo.
Cuando estábamos recogiendo la mesa me dieron un sobre. No me di cuenta pero ponía mi nombre. Pensé que sería una error o que sería otra Marisa, pero me dijero que era para mí y lo abrí. Dentro había dinero. Unos 150 euros, supuse.
Me negué rotundamente a aceptarlos y la situación terminó con los tres llorando y con un abrazo bastante significativo.
Aun les parecería poco porqué me dieron más todavía. Me era imposible mirar aquellos billetes que me daban y menos cogerlos.
Ya al atardecer, cuando estaba a punto de  marcharme a casa, me tuvieron que recordar que me lo llevara.
Eso me marcó para todo lo que quedaba de día, y de semana, y de vida... ¿Cómo alguien puede dar tanto dinero a una persona solo por egoísmo, por verle bien y con salud? Creo que en ese momento entendí perfectamente lo que es el amor, pero el verdadero, ese que sienten las personas independientemente de su relación y que les hace cómplices en los momentos que comparten.
Hay mucha gente buena, demasiado buena. Y yo tengo la suerte de que esas personas que están conmigo lo sean.

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