Siento que caigo de nuevo en la oscuridad. Mi mente me atrapa con cada uno de sus tentáculos y me oprime, me ahoga, no me deja respirar, no me deja decidir por mí misma ni tampoco luchar por no sentirme así.
Esto solo se me pasa cuando hablo contigo, cuando cantas, cuando ríes, cuando simplemente estás ahí. Solo contigo.
Solamente contigo se me olvida lo que pienso de mí, lo que los demás podrían pensar de mí. Me olvido de mis miedos, de lo que me molesta; de ser borde, de mostrar desinterés. No me sale, ya lo sabes. No puedo ignorarte, no puedo enfadarme y no puedo pasar un día sin hablarte porque si lo hago...si lo hago me siento perdida de nuevo, me consumo, me cabreo conmigo solo por echarte de menos, por no tenerte de más.
Y ahora sé que estás, sé que quieres estar y joder, quiero que estés, que me hables, que me cantes, que me leas, que hagas lo que sea pero conmigo. No sé, solo así...solo así dejo de caer en el agujero en el que me siento y parece que tenga más fuerza para trepar y salir de él.
Lo malo de todo es que cuando toca despedirse es como si despertara y viera el mundo real. Me decepciono conmigo y con los demás.
¿Por qué tienes que ser tú? O peor, ¿por qué solo tú eres así? Me descolocas, me pierdes. Eso no tendría que ser así (o sí, pero no de esta forma).
A veces quiero dejar de sonreír cuando veo que tengo un mensaje tuyo o cuando se acerca la hora de hablar contigo. De verdad que lo deseo. Pero luego me acuerdo que últimamente tú me das un trocito más de vida; que tú eres un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario