Acababa de acostarme y ya estaba cayendo en un profundo sueño. Sentía como si cayera en un agujero infinito donde el tiempo no tenía forma de dejar correr las manecillas de mi reloj.
Caía y caía hasta que decidí parar. Sí, funcionó. No es tan difícil tomar el control.
Mis pies se posaron en un suelo de baldosas oscuras salpicadas de millones y millones de estrellas. Era como ver el cielo reflejado en un espejo.
Me incliné para tocar aquella oscura y brillante superficie acuosa que me sostenía, pero en cuanto rocé con mis dedos un puntito parpadeante, el techo se volvió suelo y el suelo, cielo. Estaba intentando alcanzar verdaderamente las estrellas y las estaba tocando.Podía recogerlas y ponerlas en un bote (que me imaginé involuntariamente) como pequeñas luciérnagas.
Me sentía verdaderamente bien.
No quería coger demasiadas por no dejar el cielo vacío, me gustaban más ahí arriba, pero sentía que me haría falta algo de luz aquella noche.
Tapé el botecito y me di cuenta de que no sabía cómo salir de allí. Era como estar encerrada en la nada. Muy bonito, sí, pero empezaba a ser estresante.
Las baldosas formaban un círculo del cual no podía salir, no podía avanzar, no había nada más que lo que ya he dicho, la nada.
mi respiración empezaba a acelerarse, mi agobio crecía. Tenía que buscar una salida que no había, o crearla.
Di centenares de vueltas sobre mi misma buscando una opción, una idea, hasta que la vi. Ahí estaba, una puerta enorme y pesada de color negro.
Empujé con todas mis fuerzas y crucé al otro lado. La puerta se cerró sola dando un portazo detrás de mi.
Apenas podía intuir lo que había delante de mi.Parecía un pasadizo y era la única forma que tenía de buscar un camino de vuelta a casa.
Cada paso que daba me sumergía en una oscuridad cada vez más profunda que la de la sala que había dejado atrás.
Tenía miedo.Definitivamente había salido de mi zona de confort, pues cuanta más oscuridad, más sombras veía.Estaba aterrada.
De pronto recordé las estrellas que había guardado. Lo saqué y dejé que unas cuantas revolotearan a mi alrededor.
Ahora sí que parecían luciérnagas.
Sin saber cómo, estas empezaron a dar vueltas a mi alrededor, como si yo fuera su núcleo o su centro de gravedad. Giraban y giraban cada vez más rápido hasta que crearon un torbellino de luz, de fuego que me envolvía, me abrazaba y me elevaba. Todo era luz en ese momento. Solo podía ver chispas, pequeñas virutas centelleantes a mi alrededor y sentía como si volara. Volaba y me movía.
Me movía tanto que me desmayé y cuando desperté estaba en mi cama, llena de ceniza y con un tarro de cristal en mi mano.
Después, bueno, después no recuerdo nada más.
JayCe moments
A place for my head.
lunes, 12 de septiembre de 2016
viernes, 9 de septiembre de 2016
Una carta corta.
Y aquí estoy, escuchando la misma canción toda la tarde porque siento que me une a ti.
Y es que me cuesta no pensar en nuestras charlas nocturnas, en tus tonterías y tus bromas, en tu voz, en ti.
Me haces sentir más bien de lo que merezco y siento que no puedo hacer lo mismo por ti, al menos no de la forma que te gustaría, que me gustaría a mi, vaya.
Solo quiero darte las gracias por aparecer, por existir, por ser tú, por animarme y aceptarme tal y como soy. Gracias por tu alegría, por tu talento y tu pasión, por tu ser y tu energía.
Buenas noches y buen fin de semana, ya que lo más cerca que te tengo es al otro lado de la pantalla y hasta dentro de unos días no podré mirarte mientras escribes, cantas, hablas o cualquier cosa que hagas.
Te quiero. Sí, te quiero.
Y es que me cuesta no pensar en nuestras charlas nocturnas, en tus tonterías y tus bromas, en tu voz, en ti.
Me haces sentir más bien de lo que merezco y siento que no puedo hacer lo mismo por ti, al menos no de la forma que te gustaría, que me gustaría a mi, vaya.
Solo quiero darte las gracias por aparecer, por existir, por ser tú, por animarme y aceptarme tal y como soy. Gracias por tu alegría, por tu talento y tu pasión, por tu ser y tu energía.
Buenas noches y buen fin de semana, ya que lo más cerca que te tengo es al otro lado de la pantalla y hasta dentro de unos días no podré mirarte mientras escribes, cantas, hablas o cualquier cosa que hagas.
Te quiero. Sí, te quiero.
miércoles, 17 de agosto de 2016
Eres un sueño.
Siento que caigo de nuevo en la oscuridad. Mi mente me atrapa con cada uno de sus tentáculos y me oprime, me ahoga, no me deja respirar, no me deja decidir por mí misma ni tampoco luchar por no sentirme así.
Esto solo se me pasa cuando hablo contigo, cuando cantas, cuando ríes, cuando simplemente estás ahí. Solo contigo.
Solamente contigo se me olvida lo que pienso de mí, lo que los demás podrían pensar de mí. Me olvido de mis miedos, de lo que me molesta; de ser borde, de mostrar desinterés. No me sale, ya lo sabes. No puedo ignorarte, no puedo enfadarme y no puedo pasar un día sin hablarte porque si lo hago...si lo hago me siento perdida de nuevo, me consumo, me cabreo conmigo solo por echarte de menos, por no tenerte de más.
Y ahora sé que estás, sé que quieres estar y joder, quiero que estés, que me hables, que me cantes, que me leas, que hagas lo que sea pero conmigo. No sé, solo así...solo así dejo de caer en el agujero en el que me siento y parece que tenga más fuerza para trepar y salir de él.
Lo malo de todo es que cuando toca despedirse es como si despertara y viera el mundo real. Me decepciono conmigo y con los demás.
¿Por qué tienes que ser tú? O peor, ¿por qué solo tú eres así? Me descolocas, me pierdes. Eso no tendría que ser así (o sí, pero no de esta forma).
A veces quiero dejar de sonreír cuando veo que tengo un mensaje tuyo o cuando se acerca la hora de hablar contigo. De verdad que lo deseo. Pero luego me acuerdo que últimamente tú me das un trocito más de vida; que tú eres un sueño.
Esto solo se me pasa cuando hablo contigo, cuando cantas, cuando ríes, cuando simplemente estás ahí. Solo contigo.
Solamente contigo se me olvida lo que pienso de mí, lo que los demás podrían pensar de mí. Me olvido de mis miedos, de lo que me molesta; de ser borde, de mostrar desinterés. No me sale, ya lo sabes. No puedo ignorarte, no puedo enfadarme y no puedo pasar un día sin hablarte porque si lo hago...si lo hago me siento perdida de nuevo, me consumo, me cabreo conmigo solo por echarte de menos, por no tenerte de más.
Y ahora sé que estás, sé que quieres estar y joder, quiero que estés, que me hables, que me cantes, que me leas, que hagas lo que sea pero conmigo. No sé, solo así...solo así dejo de caer en el agujero en el que me siento y parece que tenga más fuerza para trepar y salir de él.
Lo malo de todo es que cuando toca despedirse es como si despertara y viera el mundo real. Me decepciono conmigo y con los demás.
¿Por qué tienes que ser tú? O peor, ¿por qué solo tú eres así? Me descolocas, me pierdes. Eso no tendría que ser así (o sí, pero no de esta forma).
A veces quiero dejar de sonreír cuando veo que tengo un mensaje tuyo o cuando se acerca la hora de hablar contigo. De verdad que lo deseo. Pero luego me acuerdo que últimamente tú me das un trocito más de vida; que tú eres un sueño.
jueves, 11 de febrero de 2016
Sorpresas
Pues ahí estaba yo, sentada con su família a la hora de comer. La noche anterior les había contado lo que me ha ocurrido con los estudios y la verdad es que me dieron su apoyo.
Cuando estábamos recogiendo la mesa me dieron un sobre. No me di cuenta pero ponía mi nombre. Pensé que sería una error o que sería otra Marisa, pero me dijero que era para mí y lo abrí. Dentro había dinero. Unos 150 euros, supuse.
Me negué rotundamente a aceptarlos y la situación terminó con los tres llorando y con un abrazo bastante significativo.
Aun les parecería poco porqué me dieron más todavía. Me era imposible mirar aquellos billetes que me daban y menos cogerlos.
Ya al atardecer, cuando estaba a punto de marcharme a casa, me tuvieron que recordar que me lo llevara.
Eso me marcó para todo lo que quedaba de día, y de semana, y de vida... ¿Cómo alguien puede dar tanto dinero a una persona solo por egoísmo, por verle bien y con salud? Creo que en ese momento entendí perfectamente lo que es el amor, pero el verdadero, ese que sienten las personas independientemente de su relación y que les hace cómplices en los momentos que comparten.
Hay mucha gente buena, demasiado buena. Y yo tengo la suerte de que esas personas que están conmigo lo sean.
Cuando estábamos recogiendo la mesa me dieron un sobre. No me di cuenta pero ponía mi nombre. Pensé que sería una error o que sería otra Marisa, pero me dijero que era para mí y lo abrí. Dentro había dinero. Unos 150 euros, supuse.
Me negué rotundamente a aceptarlos y la situación terminó con los tres llorando y con un abrazo bastante significativo.
Aun les parecería poco porqué me dieron más todavía. Me era imposible mirar aquellos billetes que me daban y menos cogerlos.
Ya al atardecer, cuando estaba a punto de marcharme a casa, me tuvieron que recordar que me lo llevara.
Eso me marcó para todo lo que quedaba de día, y de semana, y de vida... ¿Cómo alguien puede dar tanto dinero a una persona solo por egoísmo, por verle bien y con salud? Creo que en ese momento entendí perfectamente lo que es el amor, pero el verdadero, ese que sienten las personas independientemente de su relación y que les hace cómplices en los momentos que comparten.
Hay mucha gente buena, demasiado buena. Y yo tengo la suerte de que esas personas que están conmigo lo sean.
lunes, 8 de febrero de 2016
Hola de nuevo.
Creo que ya va siendo hora de hacer de la escritura algo más personal, como lo era antes para mi, pero esta vez con más dedicación y mucho mejor de lo que he podido hacerlo en todo este tiempo. La finalidad de esto no es que me leáis ni que os guste, simplemente quiero dejar algo mio por si me tengo que ir, algo a lo que volver y recordar quién soy cuando lo haya olvidado...
Para empezar he borrado muchas entradas y he dejado las más recientes, que pertenecen a mis famosos sueños, y digo famosos porque todo el que me conoce sabe muy bien que no soy capaz de soñar nada que no tenga que ver con sangre, miedo o simplemente rarezas estilo...Kafka mezclado con Tim Burton (espero haberlo escrito bien).
A partir de ahora puede que os hable en primera persona como ahora mismo para contaros un poco mi vida y todas esas cosas que no os importan como lo que siento, lo que vivo y etc, etc. También habrá más sesiones de pesadillas y sueños varios, que últimamente he tenido alguno y hay bastantes que están en la lista de espera para ser escritos.
Sobre estos sueños, me dijeron que escribir tales cosas no eran bueno para nadie pero creo que así los dejo superados, derrotados.
Así que bueno, esto es todo de momento.
Me gustaría que aquél que lea comentara, ya sean comentarios negativos o positivos, ayuda mucho a la hora de escribir.
Buenas noches ;)
sábado, 26 de septiembre de 2015
Las luces de la vida. Cambios a mi alrededor.
A partir de los cinco años empecé a olvidarme de esas cosas extrañas que me pasaban. Seguía teniendo pesadillas y sueños raros pero ya era algo normal para mí, no le daba importancia.
A los siete años me tuve que mudar porque mis padres habían encontrado trabajo cerca de otro pueblo y era mucho mejor para todos irnos a otra casa. Me enfadé bastante por tener que dejar a mis mejores amigos en mi antiguo hogar. Quería llevármelos conmigo pero probablemente sus madres no estarían de acuerdo.
Antes de largarnos de aquella casa me aseguré de dejar mi nombre escrito con un lápiz azul en la pared de la que dejaba de ser mi habitación.
Pronto me acostumbré a la nueva casa y mi habitación era mi lugar favorito. Pero vino la separación de mis padres y bueno, ya sabéis, esa casa también la dejé. Mi madre buscó un piso para las dos y mi padre vendió la casa.
Me sorprendió lo rápido que parecían haber olvidado todos los años que habían compartido y como encontraron a alguien que los amara. Pero lo que más me sorprendió fue ver como mi madre poco a poco se olvidaba de que tenía una hija y se centraba más en ella misma. La persona que tenía junto a ella la cegaba, mucho.
Pasaron así unos siete u ocho años, hasta que cumplí los dieciocho, durante los cuales estuve soportando que me hablaran mal y, de vez en cuando, me dieran un bofetón tan fuerte que me giraba la cara y con ella el resto del cuerpo. Pero en mi mayoría de edad puse un punto a esas situaciones y me fui de casa. Sí, me fui pero no muy lejos ya que solo podía ir a casa de mis abuelos. Podría haberme quedado en casa de mi padre pero tendría que contaros otras historia para que lo pudierais entender. El caso es que tampoco tardé mucho en volver con mi madre y su pareja, pero las cosas empezaban a cambiar. Cambiaron tanto que al mes de haber vuelto a casa el marido de mi madre falleció.
Fue un golpe muy duro para todos nosotros porque nadie se lo esperaba y a pesar de todas las peleas y las veces que me ha echado la culpa sin sentido alguno, yo estaba destrozada puede que incluso más que mi madre.
Como toda mi vida, tuve que hacerme adulta, más aun de lo que fui a partir de que mis padres se separaran y dejaran de quererse. En el fondo me hace gracia lo inocente que era. recuerdo que un día le pregunté a mi padre si aun seguía queriendo a mamá.
Pero bueno, a lo que iba. A partir de la muerte que nos golpeó nuestras rutinas, volvieron a suceder cosas bastante paranormales. Meses antes de todo lo sucedido yo volvía a ser consciente de cosas que pasaban ante mis ojos. Puede que ya las viera un año o dos atrás, pero empecé a tomar consciencia de nuevo y esta vez creía estar preparada para esto.
Sé que pude ver al marido de mi madre lamentarse por no poder acariciar a mi hermano y de que yo no hiciera nada para ayudarlo, pero yo estaba muerta de miedo. Realmente no estaba preparada.
También sé que he visto a gente de mi familia o que al menos he soñado con ellos y me enviaban algún mensaje.
Tuvimos que volver a casa de mis abuelos, al pueblo donde yo me sentía en mi lugar, y me reencontré con mis mejores amigos de la infancia. Ahora tenía mis mejores amigos y mi novio y a su madre, que es una mujer muy dulce que también entiende bastante de estos temas pero que a veces pierde un poco los nervios, pero reencontrarme con Alejandro y Guillermo fue algo muy especial. El destino nos había reunido de nuevo.
Empecé a compartir estas experiencias con ellos dos, más con Álex que con Guille, y sentí que había un lazo que nos unía. Puede que me equivoque pero no todo el mundo sueña lo mismo que sus amigos y tampoco compartes las mismas horas de parálisis del sueño.
Hasta el día de hoy, que solo ha pasado un año, estas cosas siguen siendo así.
La verdad no tengo una vida muy destacable pero sí muy interesante y hay muchas cosas que me asustan pero no la cambiaría por nada.
Creo que esto es un buen resumen de estos últimos años. Me he saltado unos meses recién pasados pero ya contaré lo sucedido en otro momento.
A los siete años me tuve que mudar porque mis padres habían encontrado trabajo cerca de otro pueblo y era mucho mejor para todos irnos a otra casa. Me enfadé bastante por tener que dejar a mis mejores amigos en mi antiguo hogar. Quería llevármelos conmigo pero probablemente sus madres no estarían de acuerdo.
Antes de largarnos de aquella casa me aseguré de dejar mi nombre escrito con un lápiz azul en la pared de la que dejaba de ser mi habitación.
Pronto me acostumbré a la nueva casa y mi habitación era mi lugar favorito. Pero vino la separación de mis padres y bueno, ya sabéis, esa casa también la dejé. Mi madre buscó un piso para las dos y mi padre vendió la casa.
Me sorprendió lo rápido que parecían haber olvidado todos los años que habían compartido y como encontraron a alguien que los amara. Pero lo que más me sorprendió fue ver como mi madre poco a poco se olvidaba de que tenía una hija y se centraba más en ella misma. La persona que tenía junto a ella la cegaba, mucho.
Pasaron así unos siete u ocho años, hasta que cumplí los dieciocho, durante los cuales estuve soportando que me hablaran mal y, de vez en cuando, me dieran un bofetón tan fuerte que me giraba la cara y con ella el resto del cuerpo. Pero en mi mayoría de edad puse un punto a esas situaciones y me fui de casa. Sí, me fui pero no muy lejos ya que solo podía ir a casa de mis abuelos. Podría haberme quedado en casa de mi padre pero tendría que contaros otras historia para que lo pudierais entender. El caso es que tampoco tardé mucho en volver con mi madre y su pareja, pero las cosas empezaban a cambiar. Cambiaron tanto que al mes de haber vuelto a casa el marido de mi madre falleció.
Fue un golpe muy duro para todos nosotros porque nadie se lo esperaba y a pesar de todas las peleas y las veces que me ha echado la culpa sin sentido alguno, yo estaba destrozada puede que incluso más que mi madre.
Como toda mi vida, tuve que hacerme adulta, más aun de lo que fui a partir de que mis padres se separaran y dejaran de quererse. En el fondo me hace gracia lo inocente que era. recuerdo que un día le pregunté a mi padre si aun seguía queriendo a mamá.
Pero bueno, a lo que iba. A partir de la muerte que nos golpeó nuestras rutinas, volvieron a suceder cosas bastante paranormales. Meses antes de todo lo sucedido yo volvía a ser consciente de cosas que pasaban ante mis ojos. Puede que ya las viera un año o dos atrás, pero empecé a tomar consciencia de nuevo y esta vez creía estar preparada para esto.
Sé que pude ver al marido de mi madre lamentarse por no poder acariciar a mi hermano y de que yo no hiciera nada para ayudarlo, pero yo estaba muerta de miedo. Realmente no estaba preparada.
También sé que he visto a gente de mi familia o que al menos he soñado con ellos y me enviaban algún mensaje.
Tuvimos que volver a casa de mis abuelos, al pueblo donde yo me sentía en mi lugar, y me reencontré con mis mejores amigos de la infancia. Ahora tenía mis mejores amigos y mi novio y a su madre, que es una mujer muy dulce que también entiende bastante de estos temas pero que a veces pierde un poco los nervios, pero reencontrarme con Alejandro y Guillermo fue algo muy especial. El destino nos había reunido de nuevo.
Empecé a compartir estas experiencias con ellos dos, más con Álex que con Guille, y sentí que había un lazo que nos unía. Puede que me equivoque pero no todo el mundo sueña lo mismo que sus amigos y tampoco compartes las mismas horas de parálisis del sueño.
Hasta el día de hoy, que solo ha pasado un año, estas cosas siguen siendo así.
La verdad no tengo una vida muy destacable pero sí muy interesante y hay muchas cosas que me asustan pero no la cambiaría por nada.
Creo que esto es un buen resumen de estos últimos años. Me he saltado unos meses recién pasados pero ya contaré lo sucedido en otro momento.
jueves, 24 de septiembre de 2015
Las luces de la vida.
Me acuerdo de cuando tenía cinco años. Adoraba mis zapatillas blancas porque me hacían correr más rápido y eso siempre me había gustado, correr. Cuando iba al parque cada vez que eramos demasiados salía corriendo, gritando, como para parecer más divertida y también para alejarme un poco de ellos. Prefería estar sola con mis zapatillas y mis ideas de niña curiosa.
También recuerdo cuando mi madre tiró a la basura esas estupendas zapatillas. No entendía cómo se habían podido romper tan pronto, solo me había pasado los días corriendo y brincando desde que las tenía y ahora tenía que llevar unas con cordones. No sabía atarme los cordones. ¿Qué iba a hacer si se me desataban? Tendría que pedir ayuda a alguien y eso era algo impensable, acercarme a alguien para hablarle, no.
Aprendí a atarme los cordones en nada, como era obvio, como hacemos todos.
Pero bueno, a esa edad me pasaban cosas más extrañas o especiales, como queráis interpretarlo, que saber atarme los cordones o aceptar la pérdida de mis zapatillas favoritas.
Con cinco años veía gente por todas partes, tanta gente que sobraba. Yo estaba tan acostumbrada que realmente me parecía normal. Al principio me asustaba ver a tanta gente por las calles, por las escaleras de mi casa, en el ascensor, por la noche cuando me iba a la cama... Como está claro, no lo veía nadie más.
Esa gente me susurraba cosas que yo no entendía y eso me asustaba, supongo que esa es una de las razones por las que no me gustaba ni me gusta demasiado la gente. Me pedían cosas que me aterrorizaban y tampoco comprendía por qué me lo pedían a mí, si yo solamente tenía cinco años y medio. Con el tiempo me acostumbré a ver a esa gente, nunca sospeché que realmente no estuvieran ahí ni tuve la duda de si alguien más veía lo que yo. Jamás le dije nada a mi madre por si me quería reñir.
Una noche me di cuenta de que cuando era de noche, en la oscuridad podía notar mejor a esa ''gente'' que yo presenciaba cada día y poco a poco noté que ya no veía a tantas personas en la calle ni en la escuela ni en ninguna parte de mi casa si era de día o estaban las luces encendidas. Supuse que era una buena señal y que debía seguir ignorando esas ''presencias''.
A partir de aquel momento empezaron las pesadillas (las que sigo teniendo a día de hoy) de las cuales he podido suponer lo que me iba a pasar. También empezaron las dichosas parálisis, durante las cuales , además de no poder moverme ni gritar ni nada de nada, sufría alucinaciones ante las que no podía hacer nada más que contemplar y morirme de miedo.
Increíble que un niña de mi edad pudiera ver y experimentar tales cosas sin saber bien lo que ocurría. Verdaderamente esto tuvo y sigue teniendo un gran efecto en mi vida.
También recuerdo cuando mi madre tiró a la basura esas estupendas zapatillas. No entendía cómo se habían podido romper tan pronto, solo me había pasado los días corriendo y brincando desde que las tenía y ahora tenía que llevar unas con cordones. No sabía atarme los cordones. ¿Qué iba a hacer si se me desataban? Tendría que pedir ayuda a alguien y eso era algo impensable, acercarme a alguien para hablarle, no.
Aprendí a atarme los cordones en nada, como era obvio, como hacemos todos.
Pero bueno, a esa edad me pasaban cosas más extrañas o especiales, como queráis interpretarlo, que saber atarme los cordones o aceptar la pérdida de mis zapatillas favoritas.
Con cinco años veía gente por todas partes, tanta gente que sobraba. Yo estaba tan acostumbrada que realmente me parecía normal. Al principio me asustaba ver a tanta gente por las calles, por las escaleras de mi casa, en el ascensor, por la noche cuando me iba a la cama... Como está claro, no lo veía nadie más.
Esa gente me susurraba cosas que yo no entendía y eso me asustaba, supongo que esa es una de las razones por las que no me gustaba ni me gusta demasiado la gente. Me pedían cosas que me aterrorizaban y tampoco comprendía por qué me lo pedían a mí, si yo solamente tenía cinco años y medio. Con el tiempo me acostumbré a ver a esa gente, nunca sospeché que realmente no estuvieran ahí ni tuve la duda de si alguien más veía lo que yo. Jamás le dije nada a mi madre por si me quería reñir.
Una noche me di cuenta de que cuando era de noche, en la oscuridad podía notar mejor a esa ''gente'' que yo presenciaba cada día y poco a poco noté que ya no veía a tantas personas en la calle ni en la escuela ni en ninguna parte de mi casa si era de día o estaban las luces encendidas. Supuse que era una buena señal y que debía seguir ignorando esas ''presencias''.
A partir de aquel momento empezaron las pesadillas (las que sigo teniendo a día de hoy) de las cuales he podido suponer lo que me iba a pasar. También empezaron las dichosas parálisis, durante las cuales , además de no poder moverme ni gritar ni nada de nada, sufría alucinaciones ante las que no podía hacer nada más que contemplar y morirme de miedo.
Increíble que un niña de mi edad pudiera ver y experimentar tales cosas sin saber bien lo que ocurría. Verdaderamente esto tuvo y sigue teniendo un gran efecto en mi vida.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)